Queratocono es una enfermedad crónica, progresiva, asintomática, en donde la estructura normal de la córnea se deforma y adelgaza, y desarrolla una imperfección cónica, que modifica y altera progresivamente la visión.
Si bien se desconocen las causas, es una patología multifactorial en donde existe una predisposición genética. Está asociado con inflamación de la superficie ocular como alergias y ciertas cirugías que debilitan la córnea. Una de las principales teorías sostiene que ésta se debilita por microtraumatismos producidos por rascado ocular. Por eso, para evitar su progresión, los pacientes con queratocono deben evitar restregarse los ojos.
El primer síntoma es visión borrosa. Al principio, los pacientes mejoran la visión con anteojos, pero, debido a su avance, se necesitarán cambios frecuentes en la graduación. Es habitual el empeoramiento de la visión nocturna y la aparición de halos alrededor de las luces. Luego, ante la imposibilidad de corregir la visión con gafas, se acude al uso de diferentes tipos de lentes de contacto, blandos o rígidos, en busca de una mejora en la agudeza visual.
En general, el avance del queratocono se produce entre los 10 y los 30 años. Por eso, es importante el control oftalmológico periódico durante esta edad para detectar la patología a tiempo y evidenciar si existe progresión. El seguimiento con estudios complementarios permite manejar la patología y evidenciar su empeoramiento, manifestado por un crecimiento de la altura del cono y mayor adelgazamiento corneal.
Los objetivos del tratamiento son mejorar la visión y detener su progresión
Para reparar la visión, en estadios iniciales, se puede utilizar anteojos o lentes de contacto blandas. A medida que avanza, se necesita adaptar lentes de contacto especiales como las flexibles o gas permeables, que son más rígidas. Si el paciente no está cómodo o no tiene una buena agudeza visual con ellas, se requiere cirugía, entre las que sobresalen los implantes de anillos intracorneales, que tratan de reformar la superficie corneal. Su objetivo es disminuir las aberraciones ópticas, bajar la graduación de las lentes y mejorar su adaptación.
Cuando la córnea tiene cicatrices o está muy delgada para realizar un implante de anillos, hay que efectuar un trasplante. Existen diferentes opciones: los totales y los laminares. En un injerto total, se trasplantan todas las capas y está destinado a personas con una alteración completa. En cambio, en los laminares, se trasplanta solo el segmento anterior, dejando el endotelio del propio paciente, ventaja que disminuye el riesgo de presentar rechazos.
Para frenar la progresión se realiza cirugía de crosslinking corneal, una técnica que frena o enlentece el avance del cono y evita su deformación progresiva. Para que la técnica sea útil hay que realizarlo en estadíos iniciales o moderados. Consiste en instilar un colirio de riboflavina hasta que la córnea se impregne totalmente y, luego, aplicar radiación UVA. La radiación junto con la riboflavina originará una reacción que producirá el fortalecimiento del colágeno corneal. La córnea fortalecida aumenta la resistencia biomecánica y no se deforma.
Diario Ámbito
Por Rogelio Ribes Escudero
Médico oftalmólogo, jefe del equipo de trasplante de córnea del servicio de Oftalmología del Hospital Alemán.